Marta se pasa los días angustiada, con mucha ansiedad, por muchas cosas de su vida cotidiana. Está muy pendiente de su novio, de sus padres, de sus hermanos, de sus amigos, vive para los demás, dedica mucho tiempo a pensar, a darle muchas vueltas a las cosas. Se preocupa mucho por todos y por todo lo que les sucede.
Cree que si su novio la quisiera haría las cosas que ella le pide que haga, sacaría a su perro las veces y en el horario que considera que es mejor, si se organizara como ella le dice le irían mejor las cosas, piensa que si sale con sus amigos es que les prefiere a ellos, y por tanto, que no la quiere lo suficiente, si mira a otra chica piensa que la dejará por ser más guapa que ella,…
Marta dice: “lo hago por su bien, si no le quisiera no le exigiría, …”; así justifica su enfado desproporcionado, su alteración y su exigencia a la hora de decirle las cosas. Y si se equivoca rápidamente viene el reproche, y su reacción colérica, recordándole que si le hubiera hecho caso, no se hubiese equivocado.
Las personas que tienen estas ideas distorsionadas, se creen en honor de la verdad, creen que los problemas se resuelven de una única manera y cuando no sucede así, sobreviene la catástrofe y no se puede hacer nada; sufren mucho, por eso se angustian, pueden llegar a perder el control gritando y rompiendo las cosas que tienen a su alrededor tanto si los demás no les hacen caso o si no se salen con la suya.
La rigidez, la falta de flexibilidad son características que acompañan a este tipo de problemática, tienen muchos enfrentamientos con los demás, son personas inseguras, no contemplan la posibilidad de que no hay una única de actuar, de pensar, de resolver una situación. Las personas tenemos derecho a decidir cómo dirigir nuestra vida, y existen muchas maneras de hacerlo, y si una no nos funciona, hay que seguir adelante y probar otras posibilidades.
Pautas a tener en cuenta:
- Podemos dar nuestra opinión, dar sugerencias, pero no exigir, ni pretender que los demás hagan lo que nosotros creamos, aunque pensemos que es lo mejor.
- Hay que respetar el comportamiento de los demás y sus pensamientos, e incluso aunque no nos guste
- Ser más flexible con los demás y con nosotros mismos y recordarnos que existen distintos caminos para llegar a un mismo objetivo, nos ayudará a relativizar y a “no tomarnos la vida tan a la tremenda”
- Las personas somos distintas, y no damos importancia, ni nos gustan las mismas cosas.
- Los acontecimientos no es oportuno verlos de forma polarizada en términos de todo o nada, blancas o negras, buenos o malos, hay que hacer el esfuerzo y aprender a ver los términos medios, los grises,…
- Bajar el nivel de exigencia de nosotros mismos y de los demás, no darle tanta importancia a las situaciones, es primordial para no vivir con autopresión, con miedo, con ansiedad, con angustia, como si cada día fuera el último